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jueves, 27 de febrero de 2014

ALAN LADD (1913-1964)


En estos días que se cumple el 50 aniversario de la muerte de uno de los vaqueros más emblemáticos del séptimo arte Alan Ladd. 

Un actor de pequeña estatura de apenas 1.65 metros, pero a pesar de su estatura encarno como pocos al héroe trágico clásico refugiado en aquel western memorable conocido como “Raíces profundas” de George Stevens. Un actor que tenía una gran voz y una sonrisa luminosa.
Alan Ladd es uno de esos grandes actores que no ha gozado del prestigio que realmente se merecía, le llovieron durante su carrera numerosas críticas tales como: que si era inexpresivo, que tenia nula capacidad interpretativa, que si era bajito, pero lo cierto es que en su amplia filmografía abundaron los grandes títulos de películas. 


Demasiado bajo para ser un galán y excesivamente guapo para hacer de villano, Alan Ladd fue, no obstante, el ídolo máximo de los dorados años 40 de Hollywood, superando en popularidad al propio Clark Gable. Solo o formando pareja con Veronica Lake, su nombre constituyó un inevitable reclamo en las concurridas pantallas de las salas de posguerra, que fueron testigo de su pasajero pero espectacular encumbramiento, meticulosamente orquestado por la Paramount, estudio del que se convirtió en pilar básico a lo largo de una década.

Nació en 1913 en Arkansas, hijo de emigrantes ingleses. Su padre murió cuando él tenía cuatro años. La madre decidió buscar un lugar mejor donde vivir y se trasladó a Oklahoma, donde vivieron 3 años, en ese tiempo la mujer volvió a casarse y el matrimonio con el niño emprendió viaje a Hollywood.

En su juventud destacó como atleta de élite: primero, como corredor de velocidad, y más tarde como nadador y saltador de trampolín (estuvo a punto de participar en las olimpiadas del año 1930, pero una lesión se lo impidió). Antes de triunfar en el cine se dedicó a los más variados oficios: empleado de gasolinera, acomodador de cine, socorrista e incluso fue periodista. 

Alan Ladd fue un atleta de élite 

Se presentaba a castings, pero los ejecutivos de la Universal le encontraban demasiado rubio y demasiado pequeño de estatura para mejores papeles. Se casó con Marjorie Jane en el año 36, tuvieron un hijo al año siguiente nació Alan Ladd Jr. que ha sido productor de cine y creador de la productora “The Ladd Company”, y poco más tarde se separaron aunque no se divorciarían hasta 1.941.



Alan Ladd con su hijo

Dotado de una excelente voz, el empujón definitivo que le aupó a la celebridad se lo proporcionaría la radio, donde se consagró como actor habitual en la emisora de Los Ángeles “Radio Show”, interpretando algunos infinidad de personajes secundarios con gran audiencia. Precisamente en uno de sus espacios radiofónicos despertaría la atención de la cazatalentos Sue Carol, que desde entonces fue su inseparable guía y consejera, y más adelante su querida esposa.



Alan Ladd y su mujer Sue Carol

Aunque no se casaron hasta 1.942 comenzaron inmediatamente una relación amorosa que hizo que el aspirante a actor tuviera preferencia en la agenda de su mujer y consiguiera salir del anonimato tras veinte películas sin ver su nombre en los créditos. Como Allan Ladd apareció en “Hitler, la bestia de Berlín” y ese mismo año, 1.940, apareció en otras quince películas.

La primera vez que lo vimos en pantalla en una película grande fue un papel sin acreditar en “Ciudadano Kane”, pero siempre será recordado por los menos por cuatro impresionantes películas, que se puede decir que hoy en día son grandes clásicos de la historia del cine. Tres de ellas representan el mejor cine negro del cine norteamericano de los años 40: “El cuervo” (1942) de Frank Tuttle, “La llave de cristal” (1942) de Stuart Heisler y “La dalia azul” (1946) de George Marshall.

Alan Ladd estrella del cine negro

La suerte llamó a su puerta cuando protagonizó la película de serie B, “El Cuervo”, que misteriosamente se convirtió en un éxito y el nombre de Ladd, y el de su compañera de reparto la hermosa Veronica Lake, naturalmente la química de ambos fue utilizada en tres películas más: “La llave de cristal”, “La dalia azul” y “Saigón”. Ambos crearon la imagen de una pareja moderna y lo convirtieron en una gran estrella de la Paramount. 

Alan Ladd en "El cuervo"


Alan Ladd y Veronica Lake 

Llamado por su físico "el ángel del cine negro", Alan Ladd supo crear personajes a la vez duros y vulnerables, y se lució en filmes como los citados o “Calcuta” (1947) de John Farrow, “Rebelión en el fuerte (1954)” de Raoul Walsh, “El rebelde orgulloso” (1958) de Michael Curtiz, “Los insaciables” (1964) Edward Dmytryk y “La sirena y el delfín” (1957) de Jean Negulesco, un gran éxito de taquilla, que cuenta la leyenda que se necesitó de un taburete para rodar sus escenas de amor con una de las actrices más altas de Italia Sofía Loren.

Alan Ladd admirando las piernas de Sofia Loren

Su filmografía comprende un excesivo número de títulos olvidados y grandes westerns de serie B muy entretenidos y estimables como: “Smith, el silencioso” (1948) de Leslie Fenton, “Marcado a fuego” (1950) de Rudolph Maté, “Sólo una bandera” (1951) de John Farrow, "Tambores de guerra" (1954) de Delmer Daves, "Grandes horizontes" (1957) de Gordon Douglas, "Un pie en el infierno" (1960) de James B. Clark y sobre todo dos westerns de serie B que me encantan como son las estupendas: “La novia de acero” (1952) de Gordon Douglas y “Arizona, prisión federal” (1958) de Delmer Daves. 


Marcado a fuego


Sólo una bandera

Tambores de guerra

Grandes horizontes

La novia de acero

Rebelión en el fuerte


Arizona, prisión federal

Sus últimas apariciones en la pantalla fueron en “13 Calle Oeste” (1962) de Philip Leacock, donde mostró aptitudes para el drama, y “Los insaciables” (1963) de Edward Dmytryk, gran película póstuma. Alguien podría pensar que tras el éxito de “Raíces profundas” su protagonista se encontraría con cientos de propuestas para protagonizar grandes películas pero no fue así, porque el bueno de Alan Ladd tuvo que volver a sus películas de guerra, westerns de bajo presupuesto y películas de aventuras verdaderamente curiosas como “El caballero negro”, rodada en Inglaterra o “La espada del vencedor” péplum rodado en Italia. Trabajó con grandes directores como: Raoul Walsh, Gordon Douglas, Michael Curtiz, Frank Tuttle, Edward Dmytryk y Delmer Daves.

El caballero negro


La espada del vencedor 

En contra de lo que suele suceder, Alan Ladd comenzó a revelarse como actor dramático muy aceptable cuando ya no le quedaba tiempo. En el año 55 se enamoró de su compañera de rodaje, June Allyson, y la ruptura posterior al intenso idilio le sumió en una depresión que no le abandonaría hasta su muerte, parece que intentó suicidarse en 1.962 disparándose en el pecho con una escopeta. El actor falleció prematuramente a los cincuenta años, víctima de una sobredosis de calmantes. Tenía 51 años y dejaba viuda a su compañera Sue Carroll. Recientemente he leído que se suicido, porque le habían diagnosticado un cáncer, y no quería seguir sufriendo, amargado por su incapacidad física, hombre de acción y sin resignarse a languidecer entre sufrimientos y compasión, tomó la fatal determinación de suicidarse sin comunicárselo a nadie.

Y por último recordar esa obra cumbre del western "Shane" (1953) de George Stevens, donde interpretaba a héroe errante, que se cruzaba en su deambular con unos humildes granjeros en su guerra con los poderosos ganaderos, un interpretación memorable, sus miradas con Jean Arthur y ese espectacular duelo final contra Jack Palance, donde el héroe tiene que enfrentarse una vez más a un destino del que era imposible huir, son historia del mejor western. Y con aquellos gritos del niño pidiendo a Shane que no se vaya, y este desapareciendo una vez más huyendo del destino al que va unido inexorablemente.





Shane

Estos son los westerns en los cuales interpretó:

1. Smith el silencioso (1948) de Leslei Fenton


2. Marcado a fuego (1950) de Rudolph Maté 


3. Solo una bandera (1951) de William Dieterle y John Farrow


4. La novia de acero (1952) de Gordon Douglas 


5. Raíces profundas (1953) de George Stevens


6. Rebelión en el fuerte (1954) de Raoul Walsh


7. Tambores de guerra (1954) de Delmer Daves


8. Grandes horizontes (1957) de Gordon Douglas 


9. El rebelde orgulloso (1958) de Michael Curtiz


10. Arizona, prisión federal (1958) de Delmer Daves 



11. Un pie en el infierno (1960) de James B. Clark


12. Los taladores (1960) de Robert Webb



Sencillamente uno de los mejores cowboys de la historia del cine. 












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jueves, 6 de febrero de 2014

EL DESTINO TAMBIÉN JUEGA (1966)



No hay nada más típico en el salvaje oeste que una partida de póker en el saloon. Pero aún siendo un elemento muy característico del cine del oeste, no recuerdo ninguna película excepto esta, que sea una partida de póker el eje central sobre el que gira toda la película. Realmente solo ha existido una película que se centre en el desarrollo de una partida de póker y estamos hablando de la magnífica “El rey del juego” de Norman Jewison, con el inolvidable duelo entre Steve McQueen y Edward G. Robinson.

Es la primera película dirigida para la gran pantalla por el desconocido Fielder Cook que desarrollo toda su carrera en la televisión como productor, director y guionista de series de tv. El brillante y sorpresivo guión lo firma Sidney Carrol, el guionista entre otras de la obra maestra “El buscavidas”, que aquí adapta al cine su propio guión de televisión “Big deal in Laredo”. 


Me gusta mucho el título en inglés de la película, que resume lo que es esta película “A Big Hand For the Little Lady” (Una gran mano para la pequeña dama). 

En Laredo en (Texas) las cinco personas más ricas de la comarca se reúnen una vez al año para jugar una partida de póker. Son los excelentes secundarios: el millonario Jason Robards, el dueño de la empresa de pompas fúnebres Charles Bickford, el abogado Kevin McCarthy, el tratante de ganado Robert Middleton y el ganadero John Qualen. Los cinco jugadores son muy avaros, irascibles, insensibles, egoístas y los mejores jugadores de póker del salvaje oeste.


Jason Robards, Charles Bickford, Kevin McCarthyJohn Qualen y Robert Middleton


Henry Fonda, su mujer Joanne Woodward y su hijo de diez años, que se dirigen a una granja de Texas, se quedan a descansar en un hotel de Laredo donde se celebra la partida. A pesar de las recomendaciones de su esposa, Henry Fonda, que es un gran aficionado al juego (probablemente un ex ludópata), cae en la tentación y se une a la partida, perdiendo todos los ahorros familiares. De repente, sufre un ataque cardíaco, de modo que será Joanne Woodward la encargada de terminar la partida. El film suma comedia, drama y western por partes iguales. Y no cuento más porque la película tiene muchas sorpresas que cuanto menos se sepa mejor. 


Henry Fonda, Joanne Woodward y su hijo son una familia muy feliz

Convincentes sus fabulosos protagonistas, Henry Fonda, como el padre de familia, un Henry Fonda que se le ve muy mayor para hacer westerns, y nos impresiona como jugador ludópata, que sufre porque su vicio puede llevar a su familia a la ruina, que realismo como se encuentra filmada la partida de póker y Joanne Woodward, su mujer, moralista, de la liga antialcohólica y contraria al juego, no tendrá más remedio que intentar terminar la partida a pesar de que no conoce las reglas del póker, tendrá que imponer su carácter y estar dispuesta a todo por salvar a su familia. 


Joanne Woodward y Henry Fonda dos grandes actores

Joanne Woodward una gran actriz, que quizás nunca se reconoció lo suficiente lo buena actriz que era, siempre bajo las sombra de su marido Paul Newman,  Como ejemplo, la preciosa escena donde la vemos bajar por las escaleras y todos los que se encuentran en el saloon se vuelven para verla,  todo elegancia, clase y belleza.




 Preciosa actriz Joanne Woodward


Newman saluda a Henry Fonda


Muchas escenas para el recuerdo, el trepidante principio donde vemos a un carro fúnebre avanzando a toda velocidad por el desierto, y se va parando a recoger a los demás jugadores de la partida, un abogado que deja un juicio antes de la sentencia donde pueden condenar un hombre a la horca y en casa de un millonario que abandona la boda de su propia hija. 


Rápido que la partida esta a punto de empezar


Las interpretaciones de nuestros protagonistas de la partida son imnensas, parece que estamos sentados en la mesa con ellos, vemos sus caras de póker, de farol, de alegría o de resignación al recibir las cartas. Los diálogos son irónicos y muy simpáticos, comprenderemos de la importancia de esta partida en sus vidas.


¡Hagan juego señores!


La ambientación de la película es excelente, muy bien retratados el pueblo y el saloon donde se celebra la partida, con una maravillosa fotografía y música que acompaña excelentemente el relato.


Cuando Joanne Woodward se le permite entrar en la partida, la partida gana en emoción, en tensión e intriga, se sube la apuesta y lo puedes ganar todo o perderlo todo en una última mano. 

Joanne Woodward se une a la partida


Una pequeña joya para amantes del póker y del buen cine, un western muy poco conocido con un final tan sorprendente que te deja con un buen sabor de boca y con una sonrisa en los labios.



Acérquense a Laredo (Texas) a una de las mejores partidas de póker de la historia del cine, y anímense a descubrir si la pequeña dama tiene una gran mano o es el farol más grande visto en el salvaje oeste. Por cierto, el póker se juega con “las reglas del oeste” si no tienes dinero para igualar la mano no puedes seguir en la partida.