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martes, 12 de noviembre de 2013

BURT LANCASTER (1913-1994)

“Me desperté un día siendo una estrella. Luego trabajé duro para convertirme en actor”. 

“Todos seremos olvidados tarde o temprano, pero las películas no”. 

Estos días se cumplen 100 años del nacimiento de esta gran estrella, y como homenaje a este actor le dedico un capítulo de este blog. El público le recordará con nostalgia tirando flechas en “El halcón y la flecha” o rescatando a Claudia Cardinale en “Los profesionales”. 


Centenario de Burt Lancaster (Días de cine)


Burton Stephen Lancaster nació en Nueva York 1913, se crió en el seno de una modesta familia norteamericana. Fue limpiador de zapatos y vendedor de periódicos, con el poco dinero que ganaba ayudaba a su familia a subsistir, y empleaba su tiempo libre en practicar todo tipo de deportes. El joven Burton siempre hizo gala de un extraordinario físico, quizás por eso hizo un regate al ambiente delictivo donde se crió, gracias a una beca para jugar al baloncesto en la Universidad de Nueva York, su objetivo era diplomarse en educación física, pero las acrobacias y el circo se cruzaron en su camino. 

No estudió nunca arte dramático ni se formó en ninguna escuela de actores y aprendió el oficio actuando. De niño se aficionó a la gimnasia y de joven se unió a un circo en el que pudo desarrollar todas sus habilidades atléticas. Junto a su amigo Nick Cravat se unió como trapecista al “Circo de los Hermanos Kay”. Bajo el nombre de “Lang y Cravat”,  formaron pareja escénica de altos vuelos. Burt fue inmensamente feliz en el circo, por entonces la razón de su existencia, un modo apasionante y diferente de vivir que tuvo que abandonar en 1939 tras sufrir una grave lesión. 




Burt Lancaster y su inolvidable amigo Nick Cravat

Tras buscarse la vida en varios oficios, en 1942 se alistó para participar en la Segunda Guerra Mundial formando parte de la División de Servicios Especiales, con la que participó en espectáculos para el ejército y luego se unió al quinto batallón del General Mark Clark, que operó en Italia entre 1943 y 1945.

Deprimido por abandonar el circo, su sueño de su juventud, pero con un físico espectacular (medía 1,85 metros), una melena dorada y una cautivadora sonrisa solo fue cuestión de tiempo que alguien le descubriera para el espectáculo, su buena dicción y su elegante porte, le convirtieron rápidamente en un hombre deseado por la industria del cine. 

Su primer trabajo como intérprete fue en una obra teatral de Broadway, “A Sound of Hunting”. Un rotundo fracaso, ya que apenas se mantuvo tres semanas en cartel, pero que le sirvió para abrirse un hueco en la industria del cine.

Su primer papel en una cinta ya le reportó un éxito incondicional, trabajó junto con la mismísima Ava Gadner donde protagonizó la maravillosa película de cine negro "Forajidos" (1946) de Robert Siodmak. La cual fue el primer peldaño de una escalera que le iba a conducir al cielo.

Burt Lancaster y Ava Gardner en "Forajidos"

Al comienzo de su carrera fue contratado para interpretar personajes secundarios en thrillers, dramas y películas de cine negro como la mencionada “Forajidos” (1946), “La hija del pecado” (1947), “Voces de muerte” (1948) o “Todos eran mis hijos” (1948). Pero el brillo estelar estaba reservado para él, su físico prodigioso, su mirada azul y su brillante sonrisa, rápidamente encontraron un lugar ante las cámaras, un trabajo que no encontraba al principio demasiado gratificante. 

Pero enseguida rompió estos moldes para protagonizar largometrajes que le permitían dar rienda suelta a su fabulosa energía, a partir de este momento su carrera fue meteórica. Con papeles protagonistas en películas de aventuras como “El halcón y la flecha” (1950) de Jacques Tourneur o "El temible burlón (1952) de Robert Siodmak, donde Lancaster reverdece viejos momentos circenses junto a su compañero Nick Cravat (secundario de ambas películas) o “Su majestad de los mares del Sur” (1954) de Byron Haskin, donde se convirtió en un referente del cine de aventuras de la década de los cincuenta. En sus inicios su rudeza, su mirada azul, su blanca hilera de dientes y sus habilidades cirquenses le convirtieron en prototipo para el género de aventuras. 

Burt Lancaster fue el temible burlón

Dijo el reputado director John Frankenheimer: “Nadie jamás ha resplandecido como Burt Lancaster en El temible burlón”.

Pero, poco a poco, el acróbata se fue convirtiendo en un gran actor. En 1948 fundó su propia productora “Norma Productions” y empezó a elegir personajes más complejos y a ser dueño de su propio destino. 

Hizo historia en el cine con las siguientes películas: “De aquí a la eternidad” (1953) de Fred Zinnemann, quien no recuerda ese beso apasionado a Debora Kerr en una playa desierta a merced de las olas. 

Beso apasionado entre Debora Kerr y  Lancaster 

Una historia de amor inolvidable 

En 1954 realizó dos formidables westerns “Apache” y “Veracruz” de Robert Aldrich, la última protagonizada junto a Gary Cooper y una joven llamada Sarita Montiel. Ambas películas tuvieron un gran éxito, pertenecían al género western crepuscular y en especial Veracruz, la cual es considerada inspiradora de Sergio Leone, rey del spaghetti western de los años 60. 

Burt Lancaster junto a Gary Cooper y Sarita Montiel 

En “El fuego y la palabra” (1960) de Richard Brooks, interpretaba a un falso predicador, papel que le valió su único Oscar, donde interpretaba a un charlatán, farsante enamorado de las mujeres y el whisky, en “El hombre de Alcatraz” (1962) de John Frankenheimer,  dió vida a un preso que se convertía en un gran experto en ornitología sin salir de prisión, y en “Vencedores o vencidos” (1961) de Stanley Kramer era uno de los acusados en el proceso de Nuremberg.

Lancaster con su único oscar por la película "El fuego y la palabra"

Lacaster fue el hombre de Alcatraz

Protagonizando dos películas por año, Burt aprendió el oficio, asentó su calidad interpretativa con el trabajo y realizó aprendizaje práctico junto a otros grandes actores como Kirk Douglas, con el cual coincidió en el magnífico western “Duelo de titanes” (1957) de John Sturges y el excelente thriller “7 días de Mayo” (1964) de John Frankenheimer

Además de actor polivalente, Lancaster se animó con la dirección y la producción con cintas como "El hombre de Kentucky" (1955) y "El nadador" (1968). 

Desde luego no tuvo miedo a reinventarse a las órdenes de directores que poco tenían que ver con: Sturges, Daniel Mann, Aldrich y Frankenheimer, y por eso trabajó con Visconti o Bertolucci. Así que en Italia y a las ordenes de Visconti tuvo el mejor papel de su carrera en “El gatopardo” (1963) (o él lo consideraba así), donde controlaba absolutamente el gesto, la mirada, el cuerpo y la emoción de esta inolvidable película. Con este director repetiría años después en “Confidencias” (1974). A resaltar de su etapa italiana “Novecento” (1976) de Bernando Bertolucci.

Lancaster en "El gatopardo"

Encantador, fiero, histriónico, impasible, seductor, profesional, duro y acróbata pocos actores han desarrollado un repertorio tan variado y sobresaliente como Lancaster y muy poco actores has mostrado una progresión en la pantalla como la de este coloso de la interpretación. A lo largo de su carrera hizo 73 películas, y en todas ellas una actuación de sobresaliente, hombre de carácter, rebelde, idealista y revolucionario; comprometido con las causas sociales y políticas, era común ver al neoyorquino liderando manifestaciones en favor de las minorías raciales y de la igualdad sexual. Además, protestó enérgicamente contra las guerras y las intrigas políticas en películas como "Acción ejecutiva" (1973) o "Alerta misiles" (1977).

La década de los ochenta abrió una última etapa para este acróbata de la interpretación, Burt fue relegado a papeles de veterano y perdedor, faceta que bordó en “Atlantic City”, filme de Louis Malle por el que la industria del cine volvió a nominarle por tercera y última vez para el Óscar en 1980. 

En 1989 se despedía de la gran pantalla con "Campo de sueños", su última película. Atrás dejaba miles de momentos para el recuerdo en la historia del cine.

Casado en tres ocasiones y con cinco hijos, Lancaster falleció el 20 de octubre de 1994, a los 80 años en Los Ángeles, víctima de un infarto. Condenado a una silla de ruedas y mudo desde hacía tres años, murió sin dejar que ningún conocido se despidiera personalmente de él.

"Deseo que me recordéis como me conocisteis y no que veáis en lo que me he convertido", dijo a través de un mensaje a sus amigos.

Fue uno de los mejores cowboys del salvaje oeste. Y participó en algunos de los mejores westerns de la historia del cine: 

1. El valle de la venganza (1951) de Richard Thorpe


2. Veracruz (1954) de Robert Aldrich


3. Apache (1954) de Robert Aldrich


4. El hombre de Kentucky (1955) de Burt Lancaster


5. Duelo de titanes (1957) de John Sturges


6. Los que no perdonan (1960) de John Huston 


7. La batalla de las colinas del whisky (1965) de John Sturges


8. Los profesionales (1966) de Richard Brooks


9. El camino de la venganza (1968) de Sidney Pollack


10. Que viene Valdez (1971) de Edwin Sherin


11. El hombre de la ley (1971) de Michael Winner


12. La venganza de Ulzana (1972) de Robert Aldrich


13. Bufallo Bill y los indios (1976) de Robert Altman 


Fue todo un profesional del cine 

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2 comentarios:

  1. Hola Farwest! Preciosa entrada la que has dedicado a uno de los más versátiles artistas que ha dado el cine. Para este hombre no existían barreras interpretativas. Un recorrido por su vida el que nos ofreces, extenso pero conciso, y unas fotografías escogidas con gran acierto y mucho gusto. ¡¡¡Enhorabuena! Un beso. SqsMaravillosa

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